domingo, 11 de septiembre de 2011

Diez mil Mercedes veinte mil Carlos



Hoy vi a través de la misma ventanilla
por la que miré hace treinta años,
escuché el chirrido agudo del metal
al tiempo que el tren se detenía.

Se podría decir que las calles
de La Plata son las mismas
pero no todo está igual,
no hay niños corriendo pelotas
en las veredas,
no hay adolescentes
sentados en ronda
bajo el árbol más ancho
de la plaza.
Ahora no hay canciones
de Spinetta girando en un winco
no hay rimas de Neruda
escapando por la ventana pequeña
de un sótano
no hay bares clandestinos
ni reuniones secretas
no hay pancartas que exijan
libertad y justicia
no hay parejas
volviendo a casa en bici
a toda velocidad,
ahora no hay urgencia.

Durante el trayecto
me sacudió el aire cortante
que entraba por la ventanilla,
y como si alguien pusiera
paños fríos sobre mi pecho
una fuerte lluvia
hizo que volvieran
de un saque
las momias a los museos
las jirafas al zoológico
los falcon verdes
a las esquinas
los guardapolvos
las botas.

Explota Sui Generis en mi cabeza
y de pronto todo queda
detrás de las paredes:
el pasado luminoso
y este presente
en donde el sol
no cuelga
de ningún lado.

5 comentarios:

Julia dijo...

Muy fuerte, Roxana, me gustó mucho esta ambiguedad de la belleza de lo terrible. Un saludo!

Anónimo dijo...

Bellísimo Roxana. Muy reflexivo, muy profundo el mensaje. Me encantó!

Unknown dijo...

Julia, gracias por tu palabra y bienvenida!



Diego, gracias también por pasar y dejar tu huella.

:))

Anónimo dijo...

Como siempre ro esto es admirable!
Me encanto de principio a fin.

Unknown dijo...

Vaby, :))) te esperaba.