domingo, 30 de septiembre de 2012

Difícil escapar de uno mismo




Nada tiene importancia
a excepción de los momentos
escondidos en los ángulos de esta casa;
un ademán histérico finge imitar el sonido
de las palabras que hoy no voy a decir,
de las muecas que caen
ante la imponencia del último beso.

No hay espejo capaz de demostrar que existo,
ni personas con discursos suficientes.

Con absoluta anuencia de mi timidez
alumbro los días con el cándido resplandor
del escote que siempre oculté.
Resulta exultante comprobar
la fortaleza de la estructura que habito,
la debilidad con la que represento
un ser inanimado de dientes blancos
y pupilas exageradamente amarillas.

Recorro desnuda las calles sinuosas,
segura de tener una vida prolija
más aún que la ropa que no elijo,
que no lavo ni ensucio.

Quién sabe cuál será el último día,
y sin embargo no me esfuerzo
por encontrarme,
por reconocerme en los gestos,
en las actividades rutinarias
de una espalda quebrada por el peso
de los años,
de las muertes,
de las despedidas.

Me doy cuenta de que muchas veces
repetí de memoria frases que hoy
me resultan impronunciables,
convencida de que era esa
la manera válida de vivir,
pero no siempre resultó agradable
hacer lo que sentía,
ni defender mis discursos
autoproclamándome auténtica.

Viví tiempos promiscuos
en los que sólo me hacía ruborizar
la escasa cifra estampada
en el recibo de sueldo.
Aún así reconozco el ardor
que se siente cuando la sangre
se acumula en las mejillas
ante la mención de una única palabra.

Esta noche nada resulta fácil,
ni siquiera mantenerme en pie
mientras el agua de la ducha
promete alisar las arrugas
hasta hacer desaparecer el dolor.


2 comentarios:

Noelia A dijo...

Da la casualidad de que ayer estuve viendo una entrevista hecha a Zygmunt Bauman, el que acuñó el término "modernidad líquida" en referencia a estos tiempos en que todo cambia con celeridad, en que los juramentos carecen de validez al dia siguiente y en que las actualizaciones de la información vuelven obsoleto un concepto en cuestión de días... Bueno, larga mi explicación, y seguro lo conocés, que nada, iba leyendo el poema asociando eso de la liquidez de Bauman, con la mirada integra de EMilio Lledo, que también ando leyendo (él hace hincapié en que el ser humano no es sólo presente, el ser humano es hoy lo que fue, también ES lo que fue), y se te ocurre mencionar una ducha," el agua de la ducha promete alisar las arrugas, hasta hacer desaparecer el dolor"
Vamos que la liquidez de estos tiempos nos borra hasta la memoria. A veces sirve, otras, no.

Un abrazo

Unknown dijo...

LLedo dice que vivir, para los humanos, en nuestros tiempos, siempre fue una sucesión de conformidades, aceptaciones y sumisiones. Y está en lo cierto, somos conformistas y nadie dice que esté mal pero...
Yo personalmente creo que somos un colage de lo que fuimos y se decanta de eso que también el presente luego será pasado, por lo que sin dudas somos lo que fuimos y en parte, lo que seremos.
No sé si está muy claro, pero en fin, tal vez no importa.
Noe, siempre es bueno encontrarte.
Un abrazo para vos.