viernes, 14 de diciembre de 2012

El dolor es más fuerte



Me falta el aire,
como siempre en Diciembre.

Digo que es la alergia,
el polen de las florcitas violetas
del árbol que está
pegado a la ventana;
que el polvo de la harina
que usé para amasar
la pizza anoche,
que el cigarro,
y los treinta años de acumular
nicotina y humo.

Sin embargo es Septiembre cuando
-cada año- explota mi alergia,
el mismo día que florece
el jazmín del país.

En el peor momento
me gusta pensar
que por las noches
las ramas de los árboles
acarician las estrellas
hasta hacerlas liberar
brillantes polvos mágicos.

Me gusta imaginar
que al amanecer
las margaritas se estiran
para acariciar el sol
con sus delgados pétalos
hasta que todo se cubre
de partículas doradas.

Pero la realidad es que
este ahogo diciembrino
es una queja frenética
del corazón,
de las arterias bronquiales
y pulmonares,
que se lleva a cabo
entre las caras
costal y diafragmática
y el mediastino.

Y el dolor, claro,
el dolor fuerte,
incandescente,
incorruptible.

2 comentarios:

Noelia A dijo...

No sé si sea consuelo, pero de este lado también se padece cierto melancólico hastío, hastío-añoranza-frustración-incredulidad diciembrina.

Un gusto leer.

Que el año que viene las margaritas se estiren para tocar el sol y los árboles rocen las estrellas.

Besote

Unknown dijo...

Querida Noe, ojalá todas las margaritas del mundo y los árboles nos devuelvan esa magia que a veces parece no haber existido nunca.

Un gusto para mí encontrarte entre mis letras.

Besote para vos.