viernes, 18 de junio de 2010

Dejáme entrar



A veces te me vas
envuelta en negro
hasta donde no puedo tocarte.
Me cuesta alcanzar
tus cabellos carbón.
Te me vas y no consigo traerte
a este puerto
de óleos y margaritas.
Se silencian tus ojos
cada vez que te hablo
y tus manos heladas
sólo señalan el suelo.
No me dejes tan sola,
es noche fría
de junio
y necesito tu cuerpo
para salvarme.
No vueles sobre la casa
como un manojo de algas
empujando mar adentro.
No te alejes tanto
que temo no alcanzar
tus pies.
Es un ruego:
dejáme entrar,
tus senos son puertas
tus ojos
tus nalgas groseras,
dejáme entrar,
es noche fría
de junio.

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